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Mostrando entradas de agosto, 2018

FIN DE MES

Porque no hay remedio que cure la necedad de querer enfermarme en sus pelos negros de nombre de hombre. Y que engatusada me sobe el alma en esa manta infame, hasta que me incomode mirarme en el espejo o de reojo por la vergüenza de quererle ciegamente y por el ardor de infierno que esa cara deja en estos codos en esta mente, en estos muslos, en estas drogadísimas manos que ya están latiendo, que ya están tan débiles… No hay mañanas cuando hay presentes. Cuando el cerebro prefiere dos minutos de amor que miente y millones de momentos profundos y falsos de coincidencias y voces de palabras repetidas. Canciones antiguas como cicatrices y grullas que no vuelan de risas finitas, de finales risueños y cantos a dos voces. Y ese rostro, que me llena la vida y que me miente y que miente, y me engaña, y me avergüenza pero me gusta a qué huele esa herida. Y sufre el risueño como si no supiera que son suyos los lunes, como si no supiera Que fue