Yo cansada del duelo,
Cansada de desayunar mentira con mermelada,
agarré mis
llaves como quién sostiene una armadura invisible.
Me fortalecí.
Preparada para
la guerra caminé entre las ramas y por fin pregunté
¿me engañas?
El vomitó balbuceos
y angustia por varios segundos.
Entonces, con
todo mi amor idiota y fidelidad de perro,
al ver como se
ahogaba en ese mar de realidad al que yo le había empujado con mi peso;
Le dije: pero
entonces, miénteme por lo menos.
Dime que hacías
todo esto por amor y protegerme.
Entonces el
salió de esas aguas infestadas y me tomó por el dedo más pequeño.
Me miró unos
segundos y miró hacia otro lado para vomitar otra vez:
“Hice todo esto
porque quería protegerte,
porque te
quiero y no quiero que te hagan daño”
Yo solté mis
llaves inmediatamente, y lo acepté.
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