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CASCARÓN VACIO



Cuando se ha destruido dos vidas de un solo cuerpo
las noches de ternura se hacen impacientes.
Porque respirar el aire que el no respira, es un infierno,
porque tocar un mundo que el no toca, se hace una manía inconcebible.

Vivir la vida que el no vive te lastima durante su ausencia
y deseas con el alma, no estar viva ni en ese momento.

En aquellas mujeres el cuerpo cambia inevitablemente
y la idiocia decisión, deja de ser un remordimiento
para hacerse una eterna herida de carne extraída.
Su vacio se marchita, pero vive algunas veces.

Observan otras crías con profunda amargura
y desdenan sus vidas por una suerte de dolor hipócrita.
Acarician a tientas la vida que no fue vida
porque antes de hacer arje, se hizo exequias
de un momento, de un ser,
y aunque no esté segura, también de si misma.

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Guardado

Hay un sonido guardado, que reservo como último aliento Es un tun tan que eriza mis pelos, que huele a su cuello, Que me tiene en pausa anclada en pasado. En la sensación a Navidad y la emoción de lo nuevo. Tengo un perfume guardado, que voy a tejer en mi cabello Se ha reservado por largo tiempo y se ha pensado… Está esperando un día de agosto que no tenga tiempo, Un día de invierno que no tenga interrupciones Un día frio en el que se pueda sentir este olor que guardo atrás de mi nuca que va a vivir cuando terminemos abrazados en silencio.

VIOLENCIA CONSENTIDA

Al finalizar el problema, la víctima no me daba pena, sino vergüenza. Salía de mi casa con un amigo en buscar algo de alcohol para variar. Era viernes por la noche, de las primeras vacaciones después de tres años. Íbamos lentos y misios cuando un chillido nos cerró el paso en la calle y nos sacó de cuadro. Era un wolsvagen amarillento que zigzagueaba en la pista de una manera más que irresponsable. Para amenizar el cuadro, además del sonido irritante, se escucharon alaridos preocupantes que salían del auto. En medio del stand up masivo, una de las puertas del auto se abrió y medio torso de una mujer desafiaba la gravedad e intentaba a todas cuentas salir del auto en movimiento mientras pedía ayuda a gritos. Seguí caminando en compañía de toda la gente, “caleta no más” aceleraron todos el paso. De pronto el auto amarillo se estacionó bruscamente a un lado de la pista. De el se bajo una flaquita de unos 25 años quién corrió hacia cualquier lado como quien huye del diablo.