Ir al contenido principal

Un Quinceañero inolvidable


En medio del caos interno de las tareas del trabajo y dentro de las casualidades de la vida en ella, sonó en la radio (con la única emisora captada con claridad) "Tiempo de vals".

Chayanne trajo consigo mi vestido azul, mis quince años, mi lágrima frustrada y al mejor papá del mundo, mi abuelo.

Allí evoqué mil veces la única imagen que tengo de él: sentado en el sillón de siempre con los brazos a un lado, con ese reloj plateado que resaltaba en su mano gigante y esos cachetes grandes de bull dog. Serio mi Ignacio querido con su chompita marrón y su panza puntiaguda.

Y veo a mi preciosa Emiliana, su esposa, cocinando y renegando - casi no quedan rezagos de ella en lo que es ahora - pero allí está ella haciendo arroz con pollo en una olla gigante para "cuchumil" personas. Ella anuncia briosa que piensa morirse muy pronto y que "Ya van a ver que cosa es bueno" cuando ella no esté. 

Es entonces que el destino me llama y entro como siempre a tratar de menguar sus ganas de morirse porque sencillamente no me da la gana de que lo haga. Y si en caso estuviera muy apurada, mejor es que lo haga cuando yo haya cumplido ya mis quince años; porque la Emiliana y mi Ignacio querido no pueden morirse hasta crear para mi la fiesta de quince más espectacular, gigante y hermosa en la historia de los quinces. 

Yo sí quería mis quince, e Ignacio escuchaba desde su sillón mis deseos... y así fue hasta que llego el 2003 y entonces todos corríamos de arriba a abajo y a última hora por la casa. Estaba yo, comprando con mi plata mi vestido, mi vino barato y ya luego, ya por allí, me llovieron los zapatos con un padrino muy bueno. Apropósito, debemos agradecer que haya aparecido un tío después de muchos años y que días antes me diera la suma de dinero más grande que había visto hasta el momento, cien hermosos y gringos dólares.

Entonces estaba yo bien lady con mi vestido azul de encaje del Emporio Comercial de Gamarra por supuesto, además de mi trencita medio chueca regalo de un amigo que mi mamá no se cansó de criticar (cuando no mi mamá arruinando cosas tan sencillas como esa). Mis zapatitos negros, mis collares prestados, mis penas, mis alegrías y mis soledades estábamos allí a la espera que sean las doce y yo pueda salir al fin a la sociedad, que era representada por mi salita grande de sillones rojos, adornadas con globitos numero nueve, azules y blancos; y claro, mi tortaza cuadra de sólo un piso que tenia una barbie mal vestida al medio.


Bellísimo, ese 3 de mayo todo era bellísimo. Todo, a excepción de la ausencia de mi padre y la de los mariachis, era exactamente como yo siempre lo había imaginado. Entonces salió Ignacio y "La Emiliana" a entregarme a este perro mundo, encarnando en mí la inocencia y pureza que me eran mucho más que ajenas. Entonces el viejo lloró y lloré yo, Y LLORO EN ESTE PRECISO MOMENTO. Allí quedaron suspendidas mis emociones, en medio del orgullo que sentía ese hombre robusto por mí, al que muchas veces y durante muchos años yo miré ajena. No importó en lo más mínimo mi humilde fiesta, mi trago, mi vestido y zapatos baratos, no importó papá ni mariachis, sólo importaba él y yo.

Un día extraño, un 24 de mayo Ignacio decidió que había cumplido con su promesa y que ya era hora de morirse. Entonces falleció y la canción de Chayanne terminó.

Gracias gordo de mi vida, no hay nadie en el mundo que haya cumplido de mejor manera su palabra, que tú.

Comentarios

Unknown ha dicho que…
Muy bien , me gustó ,conmovedor gracias:-)

Entradas populares de este blog

NO HABLAR MÁS DE ESTO

Yo prometo no hablar más de esto De mi ansia empapada de recuerdo que no cuento, ni de mi silencio anclado a tu medias blancas, ni del olor a tu nuca que la cama guarda O de las capas de sábanas que no llegan a tu peso. Yo prometo no volver a sentir Que te siento…

Guardado

Hay un sonido guardado, que reservo como último aliento Es un tun tan que eriza mis pelos, que huele a su cuello, Que me tiene en pausa anclada en pasado. En la sensación a Navidad y la emoción de lo nuevo. Tengo un perfume guardado, que voy a tejer en mi cabello Se ha reservado por largo tiempo y se ha pensado… Está esperando un día de agosto que no tenga tiempo, Un día de invierno que no tenga interrupciones Un día frio en el que se pueda sentir este olor que guardo atrás de mi nuca que va a vivir cuando terminemos abrazados en silencio.

VIOLENCIA CONSENTIDA

Al finalizar el problema, la víctima no me daba pena, sino vergüenza. Salía de mi casa con un amigo en buscar algo de alcohol para variar. Era viernes por la noche, de las primeras vacaciones después de tres años. Íbamos lentos y misios cuando un chillido nos cerró el paso en la calle y nos sacó de cuadro. Era un wolsvagen amarillento que zigzagueaba en la pista de una manera más que irresponsable. Para amenizar el cuadro, además del sonido irritante, se escucharon alaridos preocupantes que salían del auto. En medio del stand up masivo, una de las puertas del auto se abrió y medio torso de una mujer desafiaba la gravedad e intentaba a todas cuentas salir del auto en movimiento mientras pedía ayuda a gritos. Seguí caminando en compañía de toda la gente, “caleta no más” aceleraron todos el paso. De pronto el auto amarillo se estacionó bruscamente a un lado de la pista. De el se bajo una flaquita de unos 25 años quién corrió hacia cualquier lado como quien huye del diablo.